un Camino interno

Esta es la primera entrada de un blog cuyo objetivo es compartir, con otros practicantes de la meditación, mis experiencias en el desarrollo de esta disciplina. Aunque mi enfoque meditativo lo abordo desde una base taoísta, entiendo que todas las escuelas de meditación, tanto orientales (como el zen o el vipassana), u occidentales (como la tan popular mindfulness, o la oración cristiana) tienen vínculos comunes, y que todas ellas buscan, en esencia, una relación más íntima del ser humano consigo mismo, de cara a lograr un mayor bienestar personal y una mejor adaptación al mundo que le rodea.

Con la esperanza de que este espacio sirva a modo de diario en mi deambular interno, y como bitácora de mi viaje a destinos desconocidos, inicio una serie de escritos en los que trataré no sólo de plasmar fielmente mis sensaciones, sino también de exponer las ideas, consejos y advertencias, que otros practicantes del pasado nos han legado sobre el acto meditativo y contemplativo.

Por eso, como punto de partida, transcribo los versos de quién mantuvo en Europa viva la llama de esta práctica, dentro de una iglesia católica que no veía con buenos ojos sus vivencias místicas:

En la noche dichosa
en secreto, que nadie me veía,
ni miraba yo cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.

Juan de la Cruz (1542-1591)

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